viernes, 13 de noviembre de 2015

Cómo una atmósfera tóxica pudo favorecer la aparición de vida

La atmósfera en la Tierra primitiva era sumamente tóxica. Estaba compuesta de dióxido   de carbono, hidrógeno, amoniaco, metano y vapor de agua. Era una atmósfera reductora ya que,  al ser muy pobre en oxígeno libre, no era favorable para la combustión ni para la respiración aeróbica. Contenía mucho hidrógeno combinado con otros elementos. El oxígeno libre en la atmósfera, por tratarse de un elemento muy reactivo, de haber estado presente habría oxidado rápidamente cualquier molécula orgánica. El helio y el neón y gran parte del hidrógeno, por ser muy ligeros, escaparon al espacio.

¿Y qué hay del agua? Se sabe que bajo mucha presión, los átomos de hidrógeno y oxígeno forman agua. Durante mucho tiempo se pensó que bajo las grandes presiones de la Tierra en sus orígenes se formó el agua y que ésta fue expelida en forma de vapor hacia la atmósfera. Se creía que, mientras el planeta estuvo muy caliente, el agua se mantuvo en estado gaseoso. Y que al enfriarse comenzó a condensarse y a caer en forma de lluvia, llenando los lugares bajos.

No obstante, los estudios realizados por la NASA (Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio de EE. UU.) al enviar sondas espaciales para interceptar cometas y asteroides en las cercanías de la Tierra, han demostrado que también en estos cuerpos espaciales hay agua sólida (hielo), por lo que ahora se acepta que parte del agua que hay en nuestra Tierra llegó también del espacio exterior.

¡Ahora sí, la mesa está servida! Las condiciones están dadas para que aparezca la  vida.


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