viernes, 13 de noviembre de 2015

Formación de la Tierra

La versión moderna de la teoría de Laplace propone que el Sol y los planetas del Sistema Solar se formaron a partir de una nebulosa en rotación que se enfrió, colapsando después, para condensarse en anillos que luego dieron lugar a los planetas. En el centro, que rotaba más lentamente, se formó el Sol. Debido a su masa, los primitivos átomos de hidrógeno se fusionaban dando origen al helio y otros elementos, liberando gran cantidad de luz. En la actualidad, las observaciones de estrellas jóvenes muestran que éstas se encuentran rodeadas por densos discos de polvo.

Pequeñas porciones en el borde exterior de la nube, que giraba más rápidamente, se condensaron formando cientos de pequeños cuerpos sólidos que se movían alrededor del Sol, siguiendo órbitas erráticas. La fuerza gravitatoria hacía que algunos chocaran entre sí, haciéndose más masivos, mientras que la energía producida en el choque hacía que se calentaran a una temperatura capaz de mantener los materiales fundidos. A medida que disminuyó el número de estos pequeños cuerpos, los choques disminuyeron también, quedando unos pocos grandes cuerpos girando alrededor del Sol,  que llamamos planetas. El tercero de ellos, contando desde el Sol, es la Tierra.

Al principio, la Tierra era una gran masa incandescente de material rocoso fundido. Los materiales más pesados como el hierro y el níquel se hundieron hasta el fondo, mientras que los más ligeros, como el silicio y el aluminio, se quedaron más cerca de la superficie. Los elementos gaseosos quedaron atrapados por la fuerza de gravedad. Lentamente, la temperatura comenzó      a bajar en la superficie, por lo que el vapor de agua pudo condensarse y formar nubes. Las ince- santes lluvias ayudaron a enfriar la superficie, que era un hervidero de magma fluyendo por todas partes. En este tiempo, nuestra Tierra era más parecida a un infierno, envuelto en una atmósfera irrespirable compuesta principalmente de dióxido de carbono, nitrógeno y vapor de agua. Pero  eso no fue todo. Un protoplaneta colisionó aparatosamente con la Tierra, y de la marejada de ma- teriales que se desprendió de ella y que quedó atrapada en su órbita, nació la  Luna.

Se cree que la Tierra tiene unos 4.600 millones de años, según las dataciones hechas por fechado radiométrico. Los geólogos estiman que, al menos durante los primeros 1.000 millones   de años, el ambiente en el planeta era sumamente hostil. No había vida en él. Las presiones del magma en el interior hacían emerger islas y volcanes que escupían fuego, lava y gases. Desde el espacio caían miríadas de meteoritos que aportaban elementos   y compuestos al joven planeta.   El agua disolvía los minerales y, poco a poco, se fue convirtiendo en lo que los biólogos modernos llaman el “caldo primordial”, una sopa rica en sustancias que reaccionaban constantemente entre sí. ¿Pero, qué formas de energía en aquella época posibilitaban las reacciones  químicas?

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